domingo, 22 de febrero de 2009

¡Pues no faltaba mas!

A CONTRATIEMPO

LA PROVINCIA

22.02.2009


¡PUES NO FALTABA MÁS!

Juan Cruz Ruiz


De lo que Pascual Calabuig habla en su libro es de un momento específico de gran felicidad; es una felicidad que, además, tuvo que torcerse en un momento determinado, porque a algunos de los más grandes de aquel tiempo Tonono, Guedes se les terminó la alegría de la vida.

Cuando empezó a funcionar la televisión en Canarias había algunos espacios que yo no me perdía, y uno de ellos era la información deportiva, más bien futbolística, que desempeñaba Pascual Calabuig.Pero Calabuig trabajaba también para la radio; como yo era un apasionado del dial, y me pasaba el día buscando sintonías con las que calmar el tedio que me producían las largas convalecencias, un día lo encontré, a mediodía, diciendo ante el micrófono un comentario breve sobre alguna ocurrencia del día. Y acababa: "¡Pues no faltaba más!"Le seguí escuchando en días sucesivos. "¡Pues no faltaba más!" era su leitmotiv, su manera de despedirse, y me resultó tan inolvidable que ahora, cuando él ha tenido la gentileza de enviarme un libro en el que reconstruye el mejor momento de la Unión Deportiva Las Palmas, he sentido que le falta al libro esa coletilla final: "¡Pues no faltaba más!"Calabuig es uno de esos grandes periodistas deportivos (Julio Fernández, Tinerfe, Antonio Lemus, Salvador Pérez Paladín, Álvaro Castañeda, Luis García Jiménez, Antonio Salgado Pérez, Rafael González Morera, Fernando Díaz Cutillas, José Manuel Pitti?, tantos) que en los años 50, 60, 70 e incluso 80 y 90 de nuestra era marcaron décadas en las que casi sólo los deportes (y sobre todo el fútbol) calmaban en la gente el tedio de la vida.Fueron excelentes cronistas deportivos; en el caso de Pascual Calabuig, que quizá fue el más popular de todos porque aparecía en aquella primitiva tele canaria, fue al primero que conocí, después de haber conocido a mi primer director, Julio Fernández, de Aire Libre. Don Julio era un hombre alto, delgado, fue muy generoso conmigo, que era un pibito que una vez le escribió una carta probando suerte para publicar algo en su semanario.Y la segunda persona a la que conocí en persona entre mis ídolos periodísticos de entonces fue Pascual Calabuig. Ahora tiene 84 años, y si de aquel entonces hace ya cincuenta años (yo comencé a escribir en periódicos cuando tenía trece), aquel joven maestro no tenía mucho más de treinta. Era un hombre moreno, tostado al sol, como salía en la tele; fue muy amable, me dio una entrevista junto a los vestuarios del campo del Peñón, en Puerto de la Cruz; yo llevaba, como siempre, una libretita, le hice unas cuantas preguntas cuya naturaleza ahora no recuerdo, y alguien nos hizo una fotografía que luego don Julio imprimió en Aire Libre.Siempre que me preguntan cuál fue el primer trabajo serio que hice en mi vida respondo que fue esa entrevista con Pascual Calabuig, el hombre de "¡Pues no faltaba más!" Ahora que han pasado tantos años, para él menos que para mi, pues a los 84 años se conserva muy bien, y con ganas de batalla, recibir ese libro suyo sobre el mejor tiempo de la Unión Deportiva (la temporada 68-69) me ha llenado de cierta melancolía, la de la edad y la del fútbol.Los equipos representativos de la región tienen historias parecidas, y en los últimos tiempos bastante dramáticas. Ambos, la Unión Deportiva y el Club Deportivo Tenerife, han tenido que ser rescatados gracias a la generosidad pública; sus temporadas ligueras han sido bastante mediocres, como consecuencia, quizá, de la desorganización y del desánimo; ahora el Tenerife levanta cabeza, y se sitúa cerca de la gloria de plata, pero la Unión Deportiva se esfuerza por mejorarse desde una situación que cada semana nos pone los pelos de punta a los que le deseamos lo mejor.De lo que Pascual Calabuig habla en este libro que ha tenido la gentileza de hacerme llegar es de un momento específico de gran felicidad; es una felicidad que, además, tuvo que torcerse en un momento determinado, porque a algunos de los más grandes de aquel tiempo (Tonono, Guedes) se les terminó la alegría de la vida.Fue un tiempo especial en Canarias ese en el que concentra Calabuig la energía de su recuerdo; empezaron a surgir, aparte de la alegría del fútbol, que en Tenerife también vivía un momento pletórico, esperanzado, movimientos políticos de integración regional, aventuras compartidas de sustancia cultural, movimientos periodísticos que hacían suponer un tiempo mejor, aún bajo la dictadura.Esa concentración de alegría que fue la UD de entonces viene ahora empaquetada en forma de libro. Una alegría recibirlo, y una satisfacción rememorar aquel instante en que un chiquillo que quería ser periodista se encontraba con un maestro que ya dominaba la tele y la radio, y que cada día repetía el mismo estribillo como para subrayar mejor el pensamiento que acababa de trasladar al oyente: "¡Pues no falta más!"Historia del periodismo, pero sobre todo historia de la gente. Y ahora que hacemos historia, me preguntaría al final de este artículo, quizá para despejar la respuesta en una nueva ocasión, qué recordaríamos dentro de un tiempo de esta época de la que aún no debemos hacer historia. ¿Qué alegría nos junta, qué preocupación nos une? No son preguntas periodísticas sino civiles, quieren serlo. Pues no faltaba más.